lunes, 24 de marzo de 2008

De la pereza.

Del latín pigritia, es la negligencia, tedio o descuido en las cosas a las que estamos obligados, puede ser, asimismo, flojedad, descuido o tardanza en la acciones o movimientos. Existen además los “perezosos”, que son mamíferos desdentados. La pereza se puede “sacudir”, o sea, cuando se sacude, la vencemos, es cuando emprendemos o continuamos con buen ánimo una tarea o diligencia. En italiano se apegaron más al latín, y no la cambiaron a nuestro “pereza” italianizándola a “pigrizia”. Ho fame, ho sogno, ho pigrizia! Porca putana!

Esto de la pereza se me asemeja mucho a la embriaguez… especialmente por eso de flojedad, descuido, tardanza en las acciones o movimientos. Y busco entonces embriaguez (esto de buscar en el diccionario no me da pigrizia)… La embriaguez resulta ser una turbación pasajera de las potencias, exceso con que se ha bebido vino o licor; un enajenamiento del ánimo.

Entonces tenemos a la pereza y a la embriaguez. Víctima de la primera en este momento y no de la segunda, desafortunadamente, leo las definiciones y comienzo a pensar posibles escenarios o posibles definiciones nada bucólicas y mucho menos, nada “piadosas”, a como deberían de serlo, en este domingo de Semana Santa. Me detengo en esta parte: … turbación pasajera de las potencias… y pienso que de estar en estado de embriaguez bien podría responder a eso de la siguiente manera: Una mas – turbación pasajera de las potencias… pero luego de pensarlo bien, y dado el alto grado de embriaguez del momento, podría decir que se puede tratar de una “menos – turbación pasajera de la potencia”.

La potencia. Para este momento querido lector ya sabe usted que de una u otra forma me he desviado de de la pereza y de la ebriedad a un plano mas falocentrista. ¡Maldito licor! ¡Maldito Freud! Hablemos de la potencia y destrocemos lo que la Real Academia Española nos dice de ella, si fuese el caso.

La potencia es la capacidad para ejecutar algo o producir un efecto. Hmmm, pues resulta que no la tengo que prostituir mucho, pues que ejecuta y produce, lo hace; bien cumplidora es esa potencia.

Pero bien, basta de embriaguez y de potencia y regresemos a la pereza y lo otro que me llamó la atención, los mamíferos desdentados. ¿Cuántos de ustedes no han visto a los perezosos de la Universidad de Costa Rica? Recuerdo a unos compañeros de Estudios Generales que en sus viajes canábicos siempre veían cosas guindando de los árboles que se movían lentamente. Atraído por la curiosidad de esos seres semi – imaginarios, los acompañe en una de sus incursiones, y en otra, y luego en otra… atraído no por la canabis que me resistí a probar, pero por lo curioso que me parecía ver perezosos en el campus universitario. ¡Qué metafórico!

Vuelvo sobre la potencia y ahora la pienso desde el punto de vista de un perezoso. ¿Cómo se reproducen estos animales? No me imagino el rito de apareamiento de uno de estos bichos, y mucho menos la insatisfacción de la hembra, ¡pues debe de ser un coito eterno!

Continúo con la pereza. ¿Qué se hace cuando se tiene pereza? ¿Leer? ¿Escuchar música? ¿Jugar con la potencia? (¡Esa fijo la veían venir!) ¿Escribir? ¿Todas las anteriores? ¿Salir? ¡Ja! Me recuerdo de una canción Dos Pájaros de un tiro donde Sabina y Serrat cantan algo así como…no hago otra cosa más que pensar en tí, con mi virilidad entre las manos… Y por supuesto viene el juicio de reproche: ellos lo cantan en público y la gente no solamente les ríe la gracia, ¡les hace el coro! Y yo acá humildemente hablo de la potencia y ustedes piensan mal de mí. Lo dicho, este mundo se encuentra lleno de sin sentidos.

Pues bien, podría seguir escribiendo de la pereza, yo por ejemplo cuando estoy aburrido me pongo a leer, si eso no me resulta; pues bien, veo tele; si eso no me resulta y el tiempo lo permite, salgo en bicicleta o a caminar; si eso no se me antoja; trato de salir a algún lado, al cine quizá. En otras ocasiones, como la que me ocupa en este momento, escribo. Y ustedes, ¿qué hacen cuando están aburridos? ¡Ja! Cuando están BIEN aburridos y no tienen NADA mejor que hacer, me leen…

lunes, 17 de marzo de 2008

De los homenajes.

Un homenaje es un acto o una serie de actos que se celebran en honor de alguien o de algo. Los hay en vida y los hay póstumos. Encuentro los segundos un poco tristes, pues se tributan a un difunto. Espero que no se me haya hecho tarde para dar las gracias a los Maestros que tuve en la Universidad. ¡Ésta manía de posponer para luego las cosas! De momento sé de dos de ellos que ya no nos acompañan: Ramón Madrigal y Henry Issa El Khoury. Excelentes profesionales, excelentes personas.

Pues bien, inicio con los profesores versus los maestros. Los profesores son aquellos, según mi definición muy personal, con los que cursé algún curso y no pasó a más. Probablemente no se acuerden de mí y yo no de ellos. Completé un requisito curricular y ellos me aprobaron. Los maestros, en cambio, son aquellos que marcaron un antes y un después. Aquellos que dejaron algo más que la mera lección del día, son aquellos que me dieron más de lo que debían, aquellos que me regalaron grandes enseñanzas.

Inicio mi humilde homenaje sin un orden en particular. Alicia Pifarré. Toda una dama. Con ella llevé Introducción al Estudio del Derecho. Ella me regaló clases amenas, consejos, mi primera carta de recomendación cuando buscaba mi primer trabajo y a un Fernando Savater que me acompañará por el resto de mi vida. Daniel Gadea, Derecho Procesal Penal. Don Daniel no solamente me dio clases de procesal, antes bien es una persona que me ha escuchado, en las malas y en las buenas. Una persona que nunca ha estado ocupada para darme un consejo o bien, una que otra llamada de atención.

Jorge Luis Arce, Derecho Penal IV. Mi primer cien en la Facultad. Me regaló clases muy interesantes. Me prestó su Diccionario de Mitología Griega al finalizar un examen para realizar una tarea de Literatura Clásica y me hizo una de las mejores recomendaciones: Jorge Luis Borges. Gracias a él conocí a mi querido Borges.

José Thompson, Principios de Derecho Internacional Público. Con don José me pasó una situación muy particular. Decidí que no quería ser Licenciado en Derecho. Lejos de escuchar los consejos de la gente, decidí abandonar ciertos cursos, entre ellos el que cursaba con él. Luego de decirle de viva voz que me disponía a dejar su curso tirado y de la lógica pregunta de “¿por qué va a hacer eso muchacho?”, llevé con él al año siguiente el mismo curso, y de la manera más paciente soporto mis interrupciones nuevamente. Muchas gracias don José, excelentes clases las que usted imparte.

Andrés Montejo, Derechos Reales. A don Andrés me une no solamente la Facultad, pero también las misas en las que solíamos coincidir los domingos y los partidos de racquetball. Excelente profesor, gran padre de familia que nunca escatimaba elogios para sus hijos y su esposa y un gran amigo. Gracias don Andrés, no solo por sus clases, pero por su amistad.

De momento he hablado solamente de mis profesores de carrera, ¿pero que hay de aquellos que tuvieron que soportarme por que yo elegí sus clases?

Kattia Chinchilla, Literatura Clásica e Introducción a la Mitología. ¡Ja! ¡Al que no quiere caldo, dos tazas! Doña Kattia fue profesora mía en dos cursos. A ella le debo una Odisea y una Iliada; muchos pero muchos libros de referencia y una eterna admiración por ese mundo clásico tan bello y tan complejo.

Roberto Marín Guzmán, Introducción a la Historia de Medio Oriente en el siglo XX. Clases, conferencias, libros, don Roberto destaca por su caballerosidad, su gran inteligencia y su paciencia al enseñar. A don Roberto le debo el tener una mejor idea del conflicto árabe – israelí y el poder opinar al respecto con mayor propiedad.

Giovanna Armellin, Italiano Básico. Ella con su supremacía del norte, yo con mi amado sur de Italia, particularmente ¡la bella Napoli! Clases de las que he disfrutado como pocas.

Antonio Marlasca, Ética Jurídica Profesional. No solamente le tengo que agradecer por unas clases muy bien dadas, también por interesarme en un tema tan complejo como lo es el de la bioética.

Roberto Villalobos Ardón, Filosofía del Arte. ¡Don Roberto! Por donde empezar… Con el llevé el curso de verano del Guernica de Picasso, Filo del Arte I y II dos veces (por elección, no porque hubiese perdido el curso la primera vez), un curso impartido en Grecia de Política y Ciudad, una extensión de Filosofía del Arte en vacaciones de tres meses, en fin, Don Roberto es el vivo ejemplo de una Maestro. Con él ni siquiera me tomo la molestia de agradecer los innumerables aportes que me hizo. Solo hago notar que por sus constantes “regañadas”, si es que califican como tales, fue que terminé los cursos de la licenciatura, y sí, aun le debo a él, a algunos amigos, profesores y familiares esa tesis, pero en su momento llegará. Gracias Don Roberto, por compartir su basto conocimiento conmigo.

Podría continuar con la lista, pienso por ejemplo en un Andrés Sáenz, Fernando Contreras (tanto el padre como el hijo), Mario Fernández Silva, Luis Guillermo Herrera, Rodolfo Quirós, Edgar Avellán, Carlos Tiffer, Marielos Soto, Hugo Alfonso Muñoz, Jorge Enrique Romero Pérez, Juan Marcos Rivero, Ana Lucía Espinoza, Gustavo Montero, Juan Carlos Gutiérrez y por supuesto, en Edgar Emilio León, todos ellos seguidos de un largo etc.

Repaso la lista y veo por ejemplo como falta el nombre de don Oscar Más Herrera, gran amigo y profesor de la U, que si bien es cierto nunca me dio lecciones formales, me honra con su amistad y sus buenos consejos. Veo también que falta un don Luis Paulino Delgado, quien fuera compañero de clases pero todo un maestro con respecto al arte.

Pienso no solamente en esos profesores de la U, pero también en personas que trabajando en la U hicieron mi vida más sencilla, llámese “Doña Rasta”, la esposa de ese famoso “Barrabás” y su legendaria librería; o bien de Chico, con sus antologías de jurisprudencia o de doctrina.

¿Cuál era el propósito de las líneas anteriores? Pues solamente dar las gracias. Gracias maestros. Gracias Universidad de Costa Rica, por ofrecer esos maestros de lujo.

lunes, 10 de marzo de 2008

De mi bella Costa Rica.

Hace muchos días que no escribo. ¿Qué ha pasado? He estado haciendo muchas cosas. El trabajo me consume gran parte del día y las noches son muy cortas como para escribir. En fin, el propósito de esta entrega será ponerlos al tanto de lo acontecido las dos últimas semanas, que han sido muy diferentes y muy bellas. Esta entrega es más larga de lo usual. Son dos semanas después de todo.

“Dijo el hombre a la Hilandera:
a la puerta de su casa:
—Hilandera, estoy cansado,
dejé la piel en las zarzas,
tengo sangradas las manos,
tengo sangradas las plantas,
en cada piedra caliente
dejé un retazo del alma,
tengo hambre, tengo fiebre,
tengo sed..., la vida es mala...
y contestó la Hilandera:
—Pasa.”
La Hilandera - Andrés Eloy Blanco

Amable lector, nótese, de nuevo, que son dos semanas. ¿Largo? No tanto. Después de todo, son dos semanas mas cortas que un solo día de ese Ulises de Joyce. ¡Sí, lo sé! Muy, pero muy igualado al hacer semejante comparación.

Iniciemos pues, con el día que no existió, el 29 de febrero. Ese día lo tomé libre para hacer diligencias personales. En medio del trajín, pasé a visitar a una de mis mejores amigas al Ministerio de Hacienda. Me recibió un bello mural de Valverde que tenía años de no ver. ¿Qué mejor manera de empezar la jornada laboral que con un Valverde? Dichosos los que laboran a su lado.

Subo al quinto piso e ingreso al despacho del señor Ministro. Ya me siento hasta importante, me atienden ¡y sin cita! Mientras converso con la Srta. Asesora, me suena mi celular… es nada más y nada menos que Don Fabio Herrera… ¡Sí! El mismo. Don Fabio, que es todo un caballero, me devuelve la llamada que días atrás le hice y nos ponemos de acuerdo para ver algunas de sus obras. Sí. Me dispongo a sucumbir a un capricho de tener una obra suya. La vida es bella, muy bella.

Sigo mi día y me compro la Muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Un muy buen día. Llegada la noche salgo con algunos de mis mejores amigos a celebrar el cumpleaños de uno de ellos y terminamos bebiendo “Absenta”. Muy Gaudí, según me dicen. Hoffmann, JuanDa, Carmen, Mari y Hans. ¿Cómo no pasarla bien?

Al día siguiente asisto al Rigoletto. Antes de ir al Teatro, decido cenar algo liviano y beber un poco de Glenfiddich. La ópera, ¡excelente! Sparafucile, la voz de la noche.

Domingo temprano salgo en bicicleta. Un buen día para hacer ejercicio. Siempre en la mañana, Nela Salgado me trae a casa su Hilandera, ahora MÍ Hilandera. Un óleo muy bello que espero algún día colgar en la pared de mí casa.

“Y un día vio la Hilandera
que el hombre ciego lloraba;
ya estaba la espesa venda
atravesada de lágrimas,
una gota cristalina
de cada ojo manaba.
Y el hombre dijo:
—Hilandera,
¡te estoy mirando a la cara!
¡Qué bien se ve todo el mundo
por el cristal de las lágrimas!
Los caminos están frescos,
los campos verdes de agua;
hay un iris en las cosas,
que me las llena de gracia.”
La Hilandera - Andrés Eloy Blanco

Durante la semana leo dos libros. Uno de la masonería, súper interesante, uno de Savater; sobra decir que no solo interesante, sino un MUY BUEN libro. Don Fernando me regala dos cosas maravillosas que comparto gustoso con ustedes:

…Antes de contestarte me estaba acordando de otra definición de Bierce en su Diccionario de una de sus bestias negras, el abstemio, que dice: “Abstemio: Persona de carácter débil que cede a la tentación de privarse de un placer”…

¡Oh abstemios! ¡Qué cosa más simpática me resultan este tipo de personas!

Continúo con la segunda cosa que me encanto de este libro, esta vez no ya de boca de Don Fernando, pero de Germán Rey, quien nos dice:

“Ya para finalizar esta serie de conversaciones con Fernando Savater quisiera contar una historia que le sucedió a García Márquez cuando viajaba por un río cercano a Aracataca. Cuenta que de pronto empezaron a aparecer mariposas amarillas; el boga que iba describiendo el viaje – y que no sabía que García Márquez iba en su canoa – sintió que era pertinente hacer un comentario sobre ellas: ¡Ah, sí! Estas mariposas amarillas empezaron a existir desde que García Márquez escribió Cien años de soledad”

Me parece que es de lo más bello que le pueda suceder a un escritor, que influencie la realidad de los demás y que su realismo mágico modifique el entorno de sus lectores. Sin palabras.

Mi semana sigue adelante. Me levanto, trabajo, asisto a clases, etc… Inicio otro libro de Don Fernando, esta vez, uno dedicado al turf… El juego de los caballos…

Llega el viernes. Llamo a la puerta del pasado y me responde una bella voz. No soy bueno con el pasado y el pasado no me dice lo que quiero escuchar. Todo tiempo pasado es mejor, dicen. No lo sé. Espero que no. Adiós pasado, adiós.

Primer concierto de la temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional. Tomo el programa y me llama poderosamente la atención el título de la primera obra… “Capricho Italiano, Op. 45”. Nunca la he escuchado, pero si es de Tchaikovsky debe de ser buena. En realidad el lego que se dirige a ustedes no conocía tampoco el resto del programa, un tal Dvorák (que desconozco como pronunciarlo) y mi querido Brahms, maestro al que admiro pero del que no conocía su Primera Sinfonía en Do menor, Op. 68.

Continúo con el programa. Bella sorpresa. ¡Muy bella! Las notas al programa las hace Don Jacques Sagot. ¿Y cómo se supone que no tuviera la risa de baboso si me lo imaginaba en el escenario explicando lo que me disponía a escuchar? Gracias Don Jacques, sus notas hicieron que apreciara mucho más lo que escuché y de alguna manera compensaron la nota suya que faltó en La Nación del día de hoy (lo escribo el domingo 09 de marzo del 2008).

Inicia el concierto. Chosei Komatsu sale con una sonrisa de oreja a oreja y por unas dos horas nos deleita con su magistral dirección. Mi favorita: “Capricho Italiano, Op. 45”.

¿En el intermedio que pasa? Pues me encuentro con mi querido Maestro de estudios del Medio Oriente, Don Roberto Marín Guzmán. Intercambiamos palabras brevemente con el compromiso de ir a tomar café una tarde de estas. ¡Que linda mi Costa Rica! Me encuentro en un gran concierto, con un gran programa, en un pequeño gran teatro y con un gran y querido maestro.

Después del concierto, y la nota cultural exploro un poco la vida nocturna de San José. Salgo con un buen amigo y me encuentro una muy buena amiga de casualidad. Buena noche.

El sábado. El sábado desayuno copiosamente con una gran amigo, con el Quinta siempre se pasa un rato agradable. Gentilmente me acompaña a recoger una serigrafía que le compré a Nela Salgado para mi bello sobrinito Sebastián. Regalo de su cumpleaños número tres. “Caballito azul” se llama. Primero de los muchos cuadros que deseo que llegue a tener, a querer y a apreciar.

Llego a mi casa, y ¡sorpresa! Sebas se encuentra de visita. Le doy su regalo, que de momento vé como algo disfuncional tal vez, y cumplo con mi promesa. Su primera obra de arte. ¡Tan linda Nelita! Como siempre, una bella obra suya en un bello marco suyo.

Continúo mi día y voy a donde Don Fabio Herrera. ¡Ja! Donde me ve me dice que por mi voz creía que era un “señorón”. Más tarde Priscilla me dice que eso solamente es una señal inequívoca de que soy un gran igualado. Veo sus cuadros. Mi visita coincide con la de un señor de apellido Pegels. Don Ulrich, me dice Don Fabio, es un coleccionista mío que tiene más de cien de mis cuadros… Ciento noventa Fabio… lo corrige gentilmente Don Ulrich, Sí Ulrich, ciento noventa son más de cien cuadros… reímos los tres…

Pienso que es surrealista que esté viviendo de primera mano este momento. Para ellos probablemente es su pan de cada día, ese ir y venir de gente “pudiente” y con muy buen gusto. Para mí, una persona amante del arte en todas sus expresiones, pero desafortunadamente sin los medios para saciar mi sed adquisitiva, es simplemente, uno de esos momentos que guardaré como una muy buena anécdota.

De la manera más gentil, Don Fabio me regala dos libros con algunas de sus obras… La Ventana al Futuro y Oliendo eso. Todo un caballero este Don Fabio.

Sigue mi día y asisto al Concierto de Manuel Obregón. Antes de ir a mi amado Teatro Nacional, asisto con Pri, compañera de infortunios, al Quinto Festival de Verano Transitarte. ¡Qué bueno mi Señor Alcalde! ¡Cómo nos alcahuetea a los que amamos el arte! En el Parque España adquiero unas cuantas obras de pequeño formato pero inmensa belleza. ¿Cómo no apoyar el arte local? En este momento pienso que me encantaría ser un Médici. Acaso un Capricho Italiano más…

Teatro Nacional. Engalanado de bellas luces de colores. Piano. Manuel Obregón. Buena noche.

Al final del recital, Obregón nos regala obras más conocidas y nos pide que cantemos. Me rehúso a hacerlo. Interpreta la Patriótica. Yo sí envidio los goces de Europa y la grandeza que en ella se encierra. No me molesta que la cante, en lo personal me encanta el ritmo. La letra, no la comparto en su totalidad.

Y sigue mi noche. Pri, Gabo, y un servidor. Llega mi primito. Pasamos una buena noche diciendo tonteras y riendo. Pri termina con el epíteto de “Agujero negro”. Ustedes saquen sus conclusiones. Pri anda de cabanga…Cabanga le digo… Ella me dice: “Ahí tenés para el siguiente blog”… Cabanga… linda palabra, evidentemente si me conocen bien sabrán que la tengo que buscar en el diccionario de la Academia, y ¡vaya sorpresa! Me dice lo siguiente: C. Rica. Melancolía, tenue tristeza, añoranza, nostalgia. De Tiquicia. No es como la areté de los griegos, en este caso la “cabangé” o mucho menos del latín “cabangius”. Es la puritica cabanga…

Río, reímos mucho. Me llama poderosamente la atención que uno de los participantes de la risa colectiva haya resuelto que ya sabe lo que quiere hacer de su vida… “Quiero ser Hugo Chávez”… Jajajajajaja! Dictador… yo en lo personal, dada la oportunidad, preferiría ser Fidel, pero bueno, cada cabeza es un mundo. Nota: Siendo Fidel JAMÁS abría dejado de fumar habanos.

Sigue mi fin de semana. Domingo. Nace mi segundo sobrinito. Federico. Ser tío me encanta. Bienvenido al mundo criatura del amor. Te deseo lo mejor. Me levanto, baño y desayuno. Llamo a mi padre para que me acompañe al ritual del recién nacido. Vamos a la Universal, a al Casa de las Revistas y al Automercado y le compro a mi sobrinito nuevo, repitiendo lo hecho en el pasado a su hermanito Sebas, periódicos y revistas del día en que nace. Revistas de bicicletas, porno, actualidad mundial, revistas, etc. Todas formarán unos bellos tomos que leeré con él en un futuro.

Nos dirigimos a la clínica. Subimos al quinto piso. Cuarto 505. Conozco a Federico. Se me humedecen los ojos al ver esa criatura tan bella. Lo alzo en mis brazos. Le doy besos. Le hablo. Le doy la bienvenida al mundo. Celebro su nacimiento. Sebas y Fede, sobrinitos de lujo. Felicito a mi amada hermana y a mi cuñado. Gracias a los dos por dejarme participar del milagro del amor.

“La vida es buena, Hilandera,
la vida no tiene zarzas;
¡quítame la larga venda
que me pusiste en la cara!
Y ella le quitó la venda
y la Hilandera lloraba
y se estuvieron mirando
por el cristal de las lágrimas
y el amor, entre sus ojos,
hilaba...”
La Hilandera - Andrés Eloy Blanco

Sigue mi día. Feria del arte en la plaza de San Rafael de Escazú. Poderoso señor es don Dinero nos decía Quevedo, si mi memoria no me falla.

Amighetti. Valverde. Herrera. Fernádez, etc. Mucho gusto, poco poder adquisitivo. Priscilla vé una obra de Don Adrián Gómez que le gusta. Es una bella serigrafía. No es de sus famosas negritas, no. Pero puede que en eso radique su belleza. Tira. Encoge. Regateo. Obra cara. Continuamos nuestro camino.

Toldos más, toldos menos, vemos el del mismísimo Don Adrián. Entramos. Don Adrián responde preguntas de esos compradores que aparentan comprar porque pueden y no necesariamente porque aprecian la belleza de sus obras. Una señora quiere enmarcar un bello cuadro que no necesita tal cosa. Vemos sus obras. ¡Sorpresa! Don Adrián tiene la obra que toldos atrás le gustó a Pri.

Don Adrián sigue atendiendo a la gente que entra. Al rato se percata de nuestra presencia, y como todo un caballero llega, nos saluda, y nos dedica su valioso tiempo. ¿Cuánto cuesta? Tanto. Pero se la puedo dejar más barata porque está un poco sucia. Ya no es una, son dos. Ojos brillan. Se las puedo tratar de limpiar un poco, nos dice. Son dos obras, evidentemente yo también quiero una. No están dañadas, Don Adrián las deja como nuevas. No solamente las deja como nuevas, prácticamente nos regala las serigrafías. Compramos dos bellas obras a un gran precio y conocimos otro caballero más del panorama artístico costarricense.

Sigue el domingo. Teatro Melico Salazar. Teatro Negro de Praga. Otro buen día. “Pequeño teatro de grandes milagros. Fiesta de la fantasía y sueños humanos en contraste con el mundo caótico de hoy día, pues la fantasía es el principio del Teatro Negro.” Simplemente me encantan los programas y lo que ellos dicen. Excelente función.

Salimos de la función. Quinto Festival de Verano Transitarte versión II. El desquite. Compro un par de obras más y una escultura de metal, pequeña, muy pequeña. Mientras escribo esto volteo mi cara a lado derecho. Observo mi mesita de noche. Veo un herrero. Me detengo. Sonrío. Continúo escribiendo. Porque la vida es un sueño, y los sueños, sueños son. ¡Qué bella es la vida!

Caminamos al parqueo. San José de noche. “Son de Tikizia” en el Templo de la Música. Miles de de miles de tiras plásticas multicolor son lanzadas en el preciso instante en el que pasamos por el Morazán. No era un momento Kodak. Era un momento Amelie. Coronado de seguido por un espectacular juego de pólvora.

La vida es bella. Costa Rica, país de pequeñas bellas sorpresas. País de contrastes. País de microclimas, no solo naturales, también artísticos. Hoy, solamente hoy, puede que no envidie tanto los goces de Europa.