viernes, 12 de septiembre de 2008

De las pérdidas.

Pérdida viene del latín tardío perdĭta, perdida. Es una carencia, privación de lo que se poseía. Puede ser un daño o menoscabo que se recibe en algo, o bien, una cantidad o cosa perdida.

Parto de la premisa de que podemos perder todo. No somos dueños de nada. Podemos perder el alma, la fe, podemos perder el tiempo, la inocencia, la virginidad, podemos perder y ser perdidos.

Podemos tratar de perder un gato, o bien, podemos tratar de perder a alguien. Podemos sentirnos perdidos y sin salida alguna.

Podemos tener pérdidas materiales y no materiales. La pérdida puede ser instantánea o puede consumarse lentamente.

Algunas pérdidas nos duelen para toda la vida, como la de perder a la persona con la que creíamos íbamos a pasar el resto de nuestras vidas; otras pérdidas son más bien gratificantes, como cuando perdemos nuestra virginidad… ya lo dice Sabina, “…¡mi primera fulana se llamaba por fin!”.

Algunas veces tenemos ganancias a través de las pérdidas, si perdemos peso, ganamos salud, por ejemplo.

Hay pérdidas que son definitivas, y otras transitorias, perdí mi empleo, pero lo puedo recuperar. Perdí dinero, pero lo puedo recuperar. Perdí mi fe, pero esa no la quiero recuperar.

Hoy escribo de las pérdidas por que al inicio de la semana tuve una muy significativa. Tal vez de todas las pérdidas, las generadas a raíz de una muerte sean de las peores, ya no hay vuelta atrás. Es definitiva. El doctor Luis Javier Rojas Vargas, quien muriera el día 08 de septiembre escapando de unos cobardes ladrones era mi primo. Es un momento muy doloroso no solo para mí, antes bien lo es para toda la familia, para todos sus amigos y sobre todo, para su esposa y sus tres hijos. Luisito era un sol de persona y no merecía morir como murió.

Hay pérdidas que llaman a la reflexión. Esta es una de ellas. Hemos perdido a una excelente persona, pero con esta pérdida hemos podido ganar también otras cosas. Yo en particular he ganado el valor de poder decirle a muchas personas que las quiero. Luisito se fue sin que yo pudiera decirle cuanto lo quería y cuanto lo admiraba. No quiero que eso me pase con los demás.

Una pérdida, sí. Pero no puede ser una pérdida en vano. Tratemos de aprovechar nuestro tiempo, tratemos de querer a los que nos quieren.

En este momento podría hacer toda una campaña de odio contra las personas que ocasionaron la muerte de mi primo, prefiero hacer una campaña contraria e instar a querer más a nuestra familia, a nuestros amigos, a las personas que nos rodean.

No perdamos las ganas de vivir, no perdamos la ilusión del mañana. Perdamos el miedo a querer y ser queridos.

4 comentarios:

Ale dijo...

Abrazo de oso...Sos un gran amigo. Saluditos piricuacos

Rach dijo...

Un abrazo Ruben; como sabes yo tambien tuve una perdida importante esa misma semana, mi abuelita, y aun estoy en estado de no lo puedo creer. Se lo que es perder un primo en circunstancias injustas tambien (te acordas?)... asi que lo unico que te puedo decir es que estas tomando el camino correcto; el de aprovechar a los que nos quedan aqui. Un abrazo muy fuerte.

Andanhos dijo...

Lo siento por tu primo, pero me alegra saber cómo has tomado lo ocurrido. Y estoy de acuerdo contigo.
Personas muy queridas e importantes para mí también ya se fueron. Y, aunque yo haya sufrido muchísimo cuando fallecieron, no creo haberlas perdido, porque los recuerdos han permanecido vivos. Y la vida es eso, es nacer y morir, es llegar y partir, es ganar y perder, y volver a ganar, reencontrar, recordar y redescubrir.
Un fuerte abrazo.

ELES dijo...

Lo siento mucho, las condolencias a la familia.
Y coincido que no renunciemos a amar y ser amados, no nos reservemos nada.
Y claro que hay que hacer una campaña en pro de la unión familiar. Si todas las familias estuvieran unidas, y si se cultivaran esos valores que hacen diferencia y resaltan nuestra calidad de humanos, entonces y solo entonces otro gallo cantaría. Tendríamos una mejor sociedad que no mate ni robe a sus hermanos. Suena muy idealista y para muchos hasta utópico, pero yo creo que si hay esperanza.
Un abrazo