lunes, 19 de mayo de 2008

De las coincidencias.

Una coincidencia es la acción y efecto de coincidir. Coincidir viene de co- y del latín incidere, que es caer en, acaecer. El coincidir es dicho de una cosa, convenir con otra, ser conforme con ella. Dicho de dos o más cosas es el ocurrir a un mismo tiempo, convenir en el modo, ocasión u otras circunstancias. En su tercera acepción, dicho de una cosa, ajustarse con otra, confundirse con ella, ya por superposición, ya por otro medio cualquiera. Continua con una penúltima y cuarta opción, dicho de dos o más personas, concurrir simultáneamente en un mismo lugar, y por último, dicho también de dos o más personas, estar de acuerdo en una idea, opinión o parecer sobre algo.

Esto de las coincidencias me ha llamado la atención últimamente por dos cosas. Hace algunos días, bastantes ya, me prestaron un disco de Sabina con Serrat, no el último que sacaron, uno anterior. Un homenaje a un tal Sense Bardagí. La primera canción del disco se llama “Lo peor del amor”. Hace pocas semanas me compre un libro de poemas de Sabina que se llama “Volando de catorce”. Un poema de los tantos que contiene se llama “Puntos suspensivos”.

Acaso por el nombre, y no por el contenido, le puse más atención. Se los incluyo para que se ubiquen mejor:
“Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástoles ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos.”

En diciembre, hacia finales de mes, en algún momento escribí de los puntos. La última parte de lo que escribí decía así:
“Tenemos los dos puntos, que a veces anteceden un punto de vista; tenemos el punto y coma, que nos pausa un poco más que una coma pero no tanto como un punto a secas. Tenemos el punto y seguido cuando le damos continuación a algo; el punto y aparte cuando se llega a un fin y los puntos suspensivos, cuando no sabemos qué pasará...”

Retomo a Sabina: “…cuando al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos”. ¿No es esa una muy elegante manera de hablar de los puntos?

¿Coincidencia que hablemos de los puntos? Atención: NO me estoy comparando jamás con el Maestro de Úbeda. Solo me pareció una bella coincidencia.

La otra cosa que me hace pensar de las coincidencias. En la misma mesa, bajo la misma luz pero con compañías diferentes. El elemento en común, un servidor. El sentimiento, no el mismo, pero sí parecido. Las ganas de ir más allá, las mismas. (¡De que hay ganas, siempre las habrá!)

El sentimiento no era el mismo pero sí parecido. ¿Qué es ese sentimiento? No lo sé. Si sé que la coincidencia no solamente lo fue física. La conexión existió. El más allá no se dio. No se persiguió, no se forzó. Se disfrutó. Se le dará tiempo. Se esperará a ver cómo se desarrollan los eventos.

Una tercera coincidencia, solo así como de feria. Resulta que la famosa Venada estudia derecho, lo mismo que un servidor. A ambos nos falta la tesis, por lo que estamos en tratativas para hacerla juntos. No solo en eso coincidimos, tenemos al Gabo, y ahora resulta que también coincidimos en el Merlos también. ¿Y acaso no coincidimos todos en este espacio cibernético también?

Y ya que hubo una tercera, ¿por qué no una cuarta? Coincido con esta opinión que Pezito tuvo la gentileza de mandarme por correo electrónico algunos días atrás:
“La más notable Creación del Hombre, es el Mundo de los Libros, ninguna otra de su obras perdura; los monumentos caen, las Naciones se acaban, las civilizaciones envejecen y mueren y, tras una era de oscuridad, surgen nuevas razas; pero en el Mundo de los Libros hay obras han sido testigos una y otra vez de estos acontecimientos y siguen viviendo, jóvenes y frescas como el día en que fueron escritas, contando al corazón humano hazañas de otros corazones muertos ha siglos...” Clarence Day, Periodista, The New York Times.

Como lo dice Savater: “… una divinidad irónica o aburrida regalará a cada espíritu su juguete eterno y se desentenderá de él para siempre con alivio”.

La divinidad de hoy, no es aburrida, es irónica. El juguete de este espíritu; las coincidencias, al menos el día de hoy. Eternas, no lo sé, ciertamente espero que así lo sean. En cuanto al desentendimiento, no lo creo, la divinidad de hoy aparte de irónica, también lo es voyeur.

lunes, 12 de mayo de 2008

De los contrastes.

Contraste. Acción y efecto de contrastar. Oposición, contraposición o diferencia notable que existe entre personas o cosas. Contrastar. Mostrar notable diferencia, o condiciones opuestas, con otra, cuando se comparan ambas. Luego regreso sobre esta idea, de momento la dejo acá de lado para poder continuar.

Este año 2008 definitivamente está siendo muy generoso culturalmente hablando. No sé si será por desinterés que en años anteriores no hubiese asistido a tantas cosas, o bien, por falta de dinero; el punto es que este año ha sido increíble.

Ya anteriormente les había contado de diversas actividades a las que he tenido la dicha de asistir este año. Ahora les cuento algunas otras.

El II concierto de la temporada de la Orquesta Sinfónica estuvo espectacular. Beethoven y Schubert. Comentarios de don Jacques Sagot. Es increíble como escribe este señor y como lo ubica a uno musicalmente hablando. Excelente combinación. El director, pues no sé, a mí en lo personal me agrada Komatsu, pero el director invitado estuvo muy bien (Alejandro Gutiérrez).

Pude asistir a la muestra de Rembrant en los Museos del Banco Central. Ese día disfruté de la compañía de Dani y de Ile. Excelentes personas con quienes compartir un sábado por la mañana y por la tarde. La fila era tal que duramos más de seis horas en poder entrar. Todo por dejarlo a última hora. Luego fuimos a almorzar y la terminamos de pasar muy bien. En la tarde llegué a mi casa y me leí el libro que me compré horas antes: Bocaracá. Sumamente interesante, explica el origen de este grupo de artistas nacionales. Me doy cuenta que don Fabio Herrera es el que propone el nombre que finalmente adopta el grupo y se explican las razones por las cuales lo propuso. No les cuento más, lean el libro, muy bueno.

A la semana siguiente logré comprar entradas para toda la Temporada Oficial de la Orquesta Sinfónica Nacional del 2008. Me sentí muy afortunado en poder hacerlo. Es como una sensación de regreso a la niñez, solamente que ahora sí puedo decidir sobre cuales serán mis regalos. Un excelente regalo. Esto de estar navegando una semana antes de cada concierto ya me desespera. Ahora no, tengo todos los boletos en mi poder.

Ese día que compré las entradas de la temporada, también retiré otras para ciertas actividades del Festival Internacional de las Artes. Ahora les cuento cuales.

Luego de comprar las entradas decidí ir a visitar nuevamente los Museos del Banco Central. Hace algunos días quería ir a ver la muestra de algunos jóvenes pintores costarricenses. Me encantó el trabajo de Munguía y de una muchacha Guillermet, si mal no recuerdo su apellido. Muy refrescantes los dos.

Ese día estaba decidido a dedicarlo al arte, por lo que de seguido me trasladé al Museo de Arte Contemporáneo, donde se exponía una muestra de la obra de Edgar Zúñiga. Como es de imaginar, me compré el libro que tenían y de igual manera lo disfruté montones. Excelente la selección de obras.

Afuera, en el patio de las esculturas estaba el pabellón chino. ¡Sí! El Festival Internacional de las Artes había dado inicio el día anterior. Me aventuré a ver que me ofrecía esa cultura milenaria. Tres gallos. Eso fue lo que compré. Uno dibujado en una calabaza y dos cortados en papel. Seguí caminando por el bulevar de los artistas y vi miles de cosas de mi agrado.

De vuelta a casa me llamó Gabriel y decidimos ir a almorzar. Tomamos como excusa el almuerzo para ir a Multiplaza y ver las vacas que nos faltaban del Cow Parade. Había un par de propuestas interesantes, las otras no tanto. Igual la buena compañía, la comida italiana y las vacas son una buena combinación.

Al día siguiente voy a la Ópera de Beijing. Muy singular, muy diferente a cualquier cosa que un servidor hubiera visto hasta entonces. Los colores, la música, ¡el idioma!, todo muy ajeno a mí. En fin, una nueva experiencia.

El martes siguiente los organizadores del FIA tienen la gentileza de regalarnos la presentación de un grupo francés que se llama Compagnie Retouramont. El ver a personas realizando danza vertical en la pared del Hotel Costa Rica, y luego ver a dos personas suspendidas en el aire entre el Hotel y el Teatro Nacional fue espectacular. Surrealista. Hermoso. Tan fue así, que al día siguiente regresé a verlas con mi hermanita porque no podía perdonarme el que ella no lo viera también.

Ese mismo martes, después de la danza vertical me fui con Pri a La Sabana. Escuchamos un poco de Madera Vieja (música flamenca) y luego disfrutamos de principio a fin de los argentinos de “El Choque urbano”. Estos argentinos fueron quienes nos dejaron boquiabiertos. Primero, el escenario en el lago le agregaba un cierto encanto a la presentación. Sonidos producidos con bolsas de plástico, tubos, latas de zinc, en fin, una coreografía de formas y sonidos muy bien lograda. Todo lo anterior flotando en el lago… simplemente espectacular.

El miércoles como ya dije, regresé a ver la danza vertical. Mi hermanita lo disfrutó, y yo lo disfruté aun más con ella. Excelente compañera para este tipo de actividades.

El jueves asistí al Teatro Nacional a ver a la compañía de teatro “Teatro de los Andes”, con su obra En un sol amarillo, memorias de un temblor. Antes de la obra, una deliciosa cremita de ayote en el café del teatro. Me acompaña la exposición de Hernán Arévalo; unos cuadros bellísimos, con unos colores y unas formas espectaculares. Inicia la función. ¿La obra? Pues sumamente emotiva. En algún momento una lágrima se quiso asomar; en otro, reí, reí mucho por el excelente sentido del humor de estas personas que a pesar de la seriedad del tema, lograron poner esa picardía latinoamericana en escena. Dichosamente a la salida del teatro vendían la obra. Un bello recuerdo de una muy bella actividad.

El sábado, decidido a ver a Choque Urbano nuevamente, hablo con Gabriel. Me dice que él sí va a Puntarenas a verlos. Vamos los tres. Gabo, Camila (su linda hija) y un servidor. Es increíble, los muchachos del Choque lo hacen de nuevo. Lastimosamente el escenario no está en la playa, es bajo techo. Lastimosamente porque pensé que por ser en Puntarenas iban a aprovechar la playa. No obstante lo anterior, he de decir que la acústica del lugar estaba muy buena.

El domingo. ¡No lo puedo creer, tanto que me gusta el FIA y ya se me acaba! Vamos mi hermanita, mi madre y yo. En el Teatro nos espera Shirani. Hoy se presente la Compañía de Flamenco Antonio El Pipa, con su excelente espectáculo “Puertas Adentro”. Increíble. Se nos luce este Antonio. Excelente manera de cerrar el Festival.

Terminado el FIA, me llama un tal Danilo Miranda Monestel. Danilo es un joven artista nacional que pinta muy bien. En el FIA le había preguntado si pintaba gallos. Me dijo que no, pero que podía diseñar alguno. Hoy (algunas semanas después), levanto el rostro mientras escribo y veo su gallo enmarcado en la pared de mi cuarto. Otra vez, ¡gracias FIA!

Tercer Concierto de la Temporada. Komatsu dirige hoy. Buena noche. Voy con Frank antes del concierto a tomarme un café. Priscilla, la usuaria oficial de los tiquetes, se encuentra fuera del país. Paso un rato muy ameno con mi amigo. Tenemos días de no hablar y pues bien, el ponerse al día con alguien a quien uno estima siempre es agradable. Ese día nuevamente disfruto montones las cosas que me dice don Jacques de un tal Delius, de un Bruch y de un Shostakovich.

Cuarto Concierto de la Temporada. Hoy no me tomo la cremita de ayote en el teatro. Me la tomé a la hora del almuerzo en Oporto. No dirije Komatsu. Dirige una señora que parece desayunó, almorzó y cenó almidón. No me gusta verla con la batuta. Parece que no hay mucha química entre ella y la orquesta. El concierto estuvo bastante bueno. Le pregunto el nombre a las dos señoras que muy simpáticas simpre me ubican en el puesto que me corresponda. Señoras, que pena con ustedes, las veo en todos los conciertos y ustedes siempre tan amables conmigo, y yo sin saberme el nombre de ustedes, ¡qué pena! Silvia me dice una, Irene la otra… ¿y usted? Rubén… Silvia se ríe y vé a Irene… Irene me dice muy acongojada que ella no puede pronunciar mi nombre. Enrique es mi segundo nombre, le digo. Silvia ríe de nuevo y vé de nuevo a Irene… es que yo no puedo decil la “r”… pero ¿cómo se llama usted?... Irene… ¿entonces? ¿Cómo no puede decir la “r” y sí pude decir Irene? Nos reímos los tres por un rato. Estas dos señoras son súper simpáticas y en extremo buena gente. En general el personal del Teatro es muy amable, eso es una de las cosas que me hace quererlo más y más cada día.

Berlioz, Chopin, Smetana y Mussorgsky/Ravel. La última pieza era la razón principal por la que quería asistir. Cuadros de una exposición. Hace un par de años tuve la oportunidad de escucharla en Chicago interpretada por la Orquesta de esa ciudad. Una bellísima obra que acá me quedó debiendo la ayuda visual con la que sí conté en Chicago. Priscilla y yo conversamos al respecto y ambos coincidimos en que dichosamente los comentarios de la obra estaban tan bien realizados, que pudimos imaginar lo que Hartmann originalmente dibujó.

Hoy sábado tenía programado ir a la presentación del Ballet Nacional de Georgia. Antes de ir decidí que valía la pena ir más temprano y aprovechar algunos minutos del Concierto en el Vestíbulo del Teatro Nacional. Un bello recital de música barroca literalmente en el vestíbulo. En las sillas de mí querido café. Con mi hermanita a un lado. Solamente me faltó que la galería Echandi estuviera abierta para poder ver nuevamente, y como religiosamente se hace cuando se vá al Teatro, ver los cuadros que allí se exponen (que en este caso cuelgan actualmente algunos de José Luis López Escarré).

Ahora sí. El motivo del por qué escribí todo lo anterior. Me retiré antes de que terminara el concierto, y junto con mi hermanita, me dirigí al Melico Salazar. El espectáculo inició, y ¡vaya manera de empezar!

El ballet de Georgia me dejó sin palabras. Era una eterna coreografía donde el acordeón se mezclaba con el sonido y las chispas de las espadas al chocar. El ver a ese ejército de hombres y mujeres sincronizados de una estupenda manera me dejó asombrado. La música, el vestuario, las coreografías, y esas hermosas mujeres… ¡Georgia!

En este momento escucho el disco de música georgiana, y veo la daga que me compré. Trato de recordar que fue lo que ví y simplemente no lo puedo reproducir en mi cabeza. Fue una serie de pasos ejecutados de puntillas (sin zapatillas de punta), solo con la punta de los dedos. La mejor manera que se me viene a la cabeza es el compararlo con la maestría de Escher. Eso es lo que ví. Un cuadro de Escher en movimiento.

Las personas que conforman dicho grupo eran a ratos demonios, a ratos ángeles; cuando lo quería se veían tan herméticos cual guerreros de terracota, o bien, tan dinámicos como cuadro del ya mentado Escher. Era como ver una Metamorfosis, las Ocho Cabezas, una División Regular del Plano, Ángeles o Demonios, o bien, la más parecida para un servidor, el Encuentro. Escher en movimiento. McSher, diría por ahí alguna figurilla del pasado. ¡Ja!

Danzas de ángeles y demonios; del bien con el mal; del blanco con el negro; de mujeres y de hombres. Contrastes, sincronización. Ellas, cautas, sumisas si se quiera, estáticas; con dulces movimientos ligeramente acentuados por unas vestiduras muy bien logradas. Ellos, rápidos, fugaces, certeros. Ellas, parsimoniosas, ellos no. Ellos gritan, saltan. Ellas, sonríen, mueven sensualmente sus bellos hombros, se contornean al ritmo de la música.

Hay cosas que simplemente aún no logro comprender de esta presentación. ¿Cómo demonios de mueven de un lado al otro del escenario brincando con sus rodillas? Era como huracanes humanos al ritmo de la música.

En fin, me siento muy afortunado. Espero con ansias la continuación de la Temporada oficial. Viene pronto Así hablo Zaratrustra, ¿cómo perderse ésta obra? Vienen los alumnos de Marcel Marceu a realizarle un homenaje al maestro de todos los mimos. (Sí, estúpidamente tengo entradas para ambos y son el mismo día a la misma hora… ¿qué hacer? Pues ir el domingo a escuchar a la OSN e ir el viernes a ver los mimos…)

¿Qué qué hago ahora? Escribo. Miro el gallo quiquiriquí; la reproducción del Guernica; el Arca de Noé; el Gallo, Zapato y Gato; la foto de Doisneau; respiro, escribo. Pienso en lo que me falta. Pienso en el pensamiento. En las ideas. En la comunicación. En la burbujas. En la imaginación. En la música. En el pasado. En el presente. En el futuro. En la esperanza. En la enemistad y en la amistad. En el disfrute, en los placeres. Pienso en la cultura y en la falta de la misma. En la ignorancia y en como erradicarla. En la educación. En la miseria. En el hambre y en el frío. En el calor y en la indigestión. En la dicha y la desdicha. En los contrastes. En el bien y en el mal. En las calaveras y los diablitos, en los ángeles y en los demonios. ¿En el demonio? ¿Acaso no era el demonio un ángel? ¿Puedo pensar solamente en ángeles y por consecuencia lógica en su contraparte infernal? ¿Puedo pensar en demonios y por lo tanto pensar en ángeles al mismo tiempo? Somos buenos y malos. ¿Constrastes? ¿Dicotomías? ¿Dr. Jekyll and Mr. Hyde? ¿Bifurcaciones mentales o del espíritu?

Eso es lo que originalmente pensé. En contrastes. Les acabo de describir una maravillosa Costa Rica, llena de posibilidades y pastillas para sí soñar. Una Costa Rica donde el arte es la constante y donde nunca mencioné la inseguridad ciudadana, el vandalismo o la drogadicción. No pretendo engañarme ni engañar a los demás. Hay muchas cosas por mejorar, pero al mismo tiempo hay muchas cosas por disfrutar. No podemos solamente trabajar, necesitamos despejarnos, desconectarnos, escaparnos, huir al más allá. El más acá es muy tangible y muy absorbente.

Somos una tierra de contrastes. Anoche al ver la danza del bien y del mal pensé que no hay uno sin el otro. Necesitamos encontrar un punto en medio donde esta dualidad del ser pueda convivir.

Ya no doy más. ¿Permanecer despierto o dormir? Morfeo me gana. Ha sido un día largo. Ha sido un día provechoso. ¡Buenas noches!

lunes, 5 de mayo de 2008

De las burbujas.

La burbuja es una voz onomatopéyica nos dice el diccionario. Es un glóbulo de aire u otro gas que se forma en el interior de algún líquido y sale a la superficie. Puede ser, asimismo, un habitáculo hermético y aislado del exterior, pudiendo decirse en sentido figurado algo como “Los poderosos viven en una burbuja de impunidad”. También puede utilizarse para indicar que la persona o personas designadas por el sustantivo al que se pospone están sometidas a terapia con aislamiento absoluto, de ahí vienen los “niños burbuja”.

La comunicación, por otro lado, es entendida como la acción y efecto de comunicar o comunicarse. Es la transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor. ¿Qué es comunicar? Pues comunicar es hacer a otro partícipe de lo que uno tiene. Y si decido transmitir mi código por medio de besos, abrazos o miradas, ¿acaso ese código común clasifica como comunicación? Eso lo dejaremos para otro día.

Sigue el diccionario diciendo sobre el comunicar: Descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo. Conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito. Transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor, etc.

¿Qué tienen que ver las burbujas y la comunicación? La última vez que escribí, mencioné muy brevemente a un tal don Enrique. Eso es lo que tienen las burbujas y la comunicación en común. Don Enrique es un señor mexicano que vive en Costa Rica desde hace algunos años. He hablado poco con él (lastimosamente menos de lo que quisiera) y es muy ameno. Don Enrique superó ya el umbral de los sesenta años, y por esas cosas de la vida, trabajamos juntos. No sólo ha leído mucho, ha viajado mucho también, por lo que su visión de mundo es muy particular y muy diferente al de muchas personas. Tengo poco de conocerlo, sin embargo lo considero un gran amigo. Un amigo que me ha enseñado en que parte de la Biblia se encuentra la referencia de una de mis citas favoritas de Borges, un amigo con el que he compartido a mí “Hilandera” y entiende lo que siento por ella. Un amigo que como cualquier otro de mis buenos amigos sabe que me encanta Victoria de Samotracia o bien la Venus de Milo. Un amigo que me regaló a un Benedetti al que escucho camino al trabajo y que sabe lo mucho que disfruté el Día de Libro.

Conversar con él es una experiencia muy particular. Me sorprende cada vez que cruzamos palabras, pues no solo es muy “articulado”, es muy certero también… cosas que se aprenden solamente en la escuela de la vida.

El viernes pasado tuve la dicha de compartir con él camino al trabajo. Comenzamos a hablar de temas varios y me preguntó que había despertado en mí el escribir un blog. Pues bien, resumidamente le conté que mi amigo Gabriel me había comentado lo terapéutico que resulta sentarse y escribir, por lo que, ni lerdo ni perezoso, decidí intentarlo; descubriendo así que Gabo estaba en lo correcto. Sí es una muy buena terapia, es una especie de catarsis personal llevada a cabo cuando uno a bien lo tenga.

Me desvío un poco y hablo de la catarsis. La catarsis, nos dice el diccionario, era entre los antiguos griegos, una purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza; puede ser, a su vez, una purificación, una liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda o bien, una eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso. Eso, amigos, se siente cada vez que se escribe, o bien, eso siento yo. Por un momento hago un paréntesis y no veo lo que me rodea, no pienso en ninguna otra cosa que en escribir, no me preocupo si a los demás (ustedes) les gustará lo que escribo, no me importa lo que potencialmente puedan pensar los demás… solamente escribo. Solamente me dejo llevar por lo que creo que debo de contarles. Eso es una excelente terapia. Por eso no creo en los psicólogos (pero sí en la psicología)… alguien que necesita que otra persona lo escuche y le tiene que pagar por hora es, sin duda alguna, alguien que carece de amigos, de buenos amigos. Pero bueno, me estoy desviando un poco de lo que originalmente les quería contar.

Luego de contarle como había iniciado con estas sesiones de “lectura ligera”, tal y como me gusta decirle a las cosas que escribo; no pude más que preguntarle: “Y usted don Enrique… ¿nunca ha escrito?”. Sonrió y me dijo que no, bueno se corrige, si he escrito algo, pero solo cuando la comunicación entre mi esposa y yo no ha sido la mejor, entonces escribo, escribo lo que siento en ese momento… ¿Y ella sabe que usted escribe de esas cosas?... No siempre, algunas veces se lo he mostrado, cuando lo amerita; otras no, otras lo he guardado en una gaveta por unos tres meses y luego lo tiro a la basura, ya ha cumplido su propósito, necesitaba escribirlo solamente para eso.

Sabio este don Enrique. No conozco a su esposa, pero cada vez que la menciona le brillan los ojos. Le cambia la cara. Se le transforma el tono de voz. Me cuenta a veces como la llega a ayudar después del trabajo, como la conoció, como pasaron un fin de semana en la montaña “solamente con la música de los pajaritos”, etc.

Continúa don Enrique… Rubén, la falta de comunicación es como una burbuja, si uno se guarda las cosas la burbuja solamente crece, se hace grande y la gente se distancia, yo siempre he creído que hablar es muy importante, que es necesario. Esa burbuja que se forma se tiene que reventar, y ¿sabe usted como se revienta la burbuja? – Dígame don Enrique – Se revienta con una aguja de humildad… hay que ser humilde y hablar, decir lo que uno piensa, lo que siente…

Yo, el chico de la burbuja, el que se guardaba todo y explotó hace años, el que decidió abandonar las burbujas para siempre, porque las burbujas aíslan y eso no siempre es bueno (nótese el que NO siempre es bueno, la soledad tampoco es mala, a veces es necesaria) no sabía que decir. Mi vida reducida a burbuja. Algunos de mis ideales reducidos a burbuja. El tema alrededor del cual gira mi próximo trabajo final de graduación reducido a burbuja. ¡Una burbuja! Continúo mi día y sigo pensando en esa burbuja, me desespera el no poder aislarme y escribir, el no poder contarle a los demás lo que lúcidamente don Enrique me dice, la comunicación, la burbuja y la humildad. Una vez más me siento una persona afortunada. El poder escuchar a personas inteligentes, a personas que comparten con los más jóvenes sus experiencias vividas, a los que en un acto de desprendimiento total le regalan a uno lecciones de vida… lecciones en un autobús, lecciones camino al trabajo, lecciones que vienen y van y que le ayudan a uno en ese ir y venir.

Y hablo ahora rápidamente de la humildad… la humildad de acuerdo a la Real Academia Española es una virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con este conocimiento. Esto de la humildad es un poco delicado. Cual aguja que revienta burbujas, la humildad de reconocer la necesidad de comunicarse puede llevar a veces a humillar. Tan solo unas cuantas líneas más debajo de la palabra “humildad” se encuentra la palabra “humillar”. El humillar consiste en abatir el orgullo y altivez de alguien, en herir el amor propio o la dignidad de alguien. ¿Cómo tratando de ser humilde se puede llegar a la humillación? Pues es muy sencillo, en esto de la comunicación, cuando yo creo estar diciendo algo, es muy probable que la otra persona crea que estoy diciendo algo diferente. Los seres humanos, a diferencia de las máquinas, no tenemos protocolos de comunicación estandarizados donde todo lo que digamos signifique siempre aquello que queramos que signifique. Dependiendo del estado de ánimo, de la situación, de la persona, de la edad, del sexo, de la ubicación geográfica, nuestras agujas puede que no sean siempre efectivas.

¿Por qué seleccionar una palabra tan “grave” como la humillación? Simple, la humillación puede ser tanto nuestra como para quien nos escucha. Muchas veces las cosas “suenan” muy diferente cuando las decimos en voz alta que cuando las pensamos en nuestro fuero interno. Es de cuidado esto del comunicarse. Es tan delicado que puede llevar a estallar burbujas que mejor no hubiéramos estallado. A veces el reguero es más grande después de la explosión.

Como verán, en este día en particular he tendido a brincar de una idea otra. Es muy complejo el tratar de explicar por escrito lo que pienso, pues me falta mucho la ayuda visual y los gestos que usualmente hubieran acompañado lo que de momento les he dicho.

Continúo.

Ya cerrando mi día, dichosamente tengo la oportunidad de asistir nuevamente como oyente a escuchar al Maestro Roberto Villalobos. Por esas cosas de la casualidad también aborda el tema de la comunicación. Después de clases conversamos un poco y seguimos con el tema. La comunicación. Esta vez no hay burbujas, esta vez no comparto con él lo que me dice don Enrique horas antes. Hoy solamente aguardo y espero que en algún momento me lea y se dé cuenta como sí es posible que un hombre le enseñe a otro hombre y se llame a sí mismo Maestro. Dos Maestros de vida, don Enrique y don Roberto.

Sigo pensando en la burbuja, pienso en las burbujas de jabón, en las que de niño me compraban en Plaza Víquez, en las burbujas que hacía cuando iniciaba a nadar, en las burbujas de Cacique que en algún momento consideré lo apropiado para llevar a cabo una catarsis, en las burbujas de plástico que tanto disfruto al reventar, en las burbujas con las que juegan los niños que conozco y parecen disfrutar, en las burbujas que se tiran al final de un matrimonio, o en la burbuja que hace un artesano de Murano al vidrio soplar. Pienso en las burbujas que chocan en el aire, y efímeramente se unen por una eternidad; pienso en las burbujas que creo y que algunas veces no quiero explotar. Pienso en las burbujas que me rodean, en las burbujas que han sido, y en las burbujas que muy pronto serán.