miércoles, 19 de mayo de 2010

De la percepción.

Hace días que no escribo. Bueno, en realidad sí he escrito, escribí mis no tan famosas bitácoras cuando andaba en la Gran Manzana en Septiembre pasado, escribí, cuando falleció mi queridísimo don Enrique, escribo correos todos los días, escribo papeles a mano, he escrito dedicatorias a regalos que he hecho, he escrito en la suciedad de mi carro, en fin, escribir, describir, exprimir ideas de este cerebro que mucho piensa y poco dice. Escribo por el famoso Facebook, escribo mensajes de texto por el celular, escribo por el MSN, en fin, ¿qué sería de esta vida sin escribir y sin leer?

Hace un par de días atrás hablé con alguien y mencionaba mucho la palabra “percepción”. Los que me conocen, saben que cuando una palabra me llama la atención, escribo sobre ella. Y no es que en todo este tiempo que no he escrito acá no haya encontrado ni una sola palabra que no me llame la atención, es que la percepción que yo tenía es que yo escribía más a menudo, y la verdad es que no. También tenía la percepción de que no tenía tiempo para escribir, y la verdad es que eso tampoco es cierto. En fin, ¡vamos con la percepción!

La percepción es la acción y el efecto de percibir. Es, en su segunda acepción, una sensación interior que resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos o bien, también puede ser conocimiento o idea. Percibir es recibir algo y encargarse de ello, como lo es el percibir la renta. Es recibir por uno de los sentidos las imágenes, impresiones o sensaciones externas y por último, puede ser el comprender o el conocer algo.

Esto de percibir es medio confuso, más si se trata de recibir algo… ¿Y si recibo un beso? ¿Me encargo de la tita que me lo quiso dar? ¡Hoooooooooolaaaaaaaaaaaaa! En este caso estaría percibiendo en la primera y en la segunda acepción, pues no solo lo “recibí”, también lo sentí, puede que me haya impresionado, y puede que eso haya generado una sensación externa, sí, ESA sensación externa. Pero no podemos parar ahí, ¡ay que poco corazón tienen aquellas que quieren parar ahí!, podemos aún llegar a la parte del conocimiento, puede que, a la mejor usanza bíblica, nos lleguemos a “conocer”. Y sí, ahí todos se conocían, y aun así nos quieren endilgar que aún habían vírgenes…

Sigo. Durante todo este tiempo de no escribir en el blog (hoy me di cuenta que lo hago desde el 2007) han pasado muchas cosas, pero como podrán ver, la tónica sigue igual. No he madurado, o bien, mi madurez es diferente. Como he perdido noción de lo que he dicho y lo que no, de lo que he vivido y lo que no, de lo que he leído y lo que no (lo que sí recuerdo a la perfección es lo que he bebido, lo que he besado y lo que no) desconozco como continuar esto que escribo. Ayer me paso algo muy curioso. Estaba leyendo “La sombra del viento” de Carlos Ruiz Zafón (ya terminado y recomendable) y leí un pasaje que no sé si viví en algún momento, si lo leí, o bien, si alguien me lo contó (y no, no envolvía ningún episodio de eyaculación precoz o algo así por el estilo). En fin, lo leí y me quedé pensando que había sucedido ahí. De pronto recordé a mi amado Borges, El Aleph y mi predilecto El Inmortal y sonreí. No habré vivido mucho, pero he vivido bien pensé - ¿recordar a Borges no es un lujo sí mismo? -, de pronto no sabía si reía por Borges o por Ruiz Zafón, y después no sabía si reía por Sabina, por sus letras, o por literalmente haberle dicho en la cara hace menos de una semana un “Sabina… ¡yo a usted lo amo!” (Un te amo muy sentido y que incluso ahora me hace reír otra vez).

Percibo que sigo sin saber qué es lo que quiero escribir o que es lo que quiero contarles o si es que no les quiero contar nada y solo escribo estas líneas para mí, y ustedes, voyeuristas del siglo XXI me espían de la manera más morbosa y atroz en mi intimidad, que si bien no me están viendo, me están leyendo, y me están conociendo y al rato yo no quiero ser conocido ni conocer, y puede que esto sea solamente una absurda vocación de “teclear”, unos practican con un piano, unos con un violín, Sabina quería probarse otros nombres y se quería colar en el traje y la piel de todos los hombres que nunca será, y así es como llega a ser Al Capone en Chicago, legionario en Melilla, pintor en Montparnasse, mercenario en Damasco, costalero en Sevilla, negro en Nueva Orleans, viejo verde en Sodoma, deportado en Siberia, sultán en un harén, etc., y sin embargo, como saben, él siempre escogería la de ser un pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera… y volvemos a mí, frente al “ordenador” dirían los españolitos, “tecleando”… ¿será que quería ser mecanógrafo? No. Yo quería ser arañazo en tu espalda o insumiso en el cielo, preferiblemente la segunda por haber hecho la primera. En fin, no sé. Escribo. Ustedes dejen esto, dejen de leer, o si leen, díganme que pasa. ¿O es que no se atreven a escribir? ¿O es que no lo perciben como lo percibo yo? ¿Perciben?

Vuelvo al inicio. El eterno retorno. Palabras que me llaman la atención. Oportuno. Unos días atrás recibí un correo que a pesar de no ser diario se llama “La palabra del día”. La de ese día era “oportuno”. Esta era la explicación asociada a ella:

“Es fácil imaginar cómo nada podía haber más oportuno para los navegantes de otras épocas, que recorrían los mares en busca de vientos que los favorecieran, que uno que empujara sus velas hacia el puerto anhelado. Ése es, precisamente, el origen de la palabra oportuno, que aparece por primera vez en castellano hacia 1440, tomada del latín opportunus 'cómodo', 'bien situado', 'oportuno', formada por op 'hacia' y portus 'puerto', literalmente, 'hacia el puerto'.”

Diría mi querido Segismundo: “Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi.” Hoy decido no ser Segismundo. Hoy decido ser el pirata, (renco de día, cojo de noche diría mi querido Merlos), hoy me voy con Sabina, me voy con la oportunidad de poder recorrer los mares en busca de vientos que me favorezcan, en busca de un viento que empuje mis velas hacia el puerto anhelado. Voy en busca de lo oportuno y de las oportunidades, que si son buenas o si son malas, al fin y al cabo será eso, una simple percepción. Salud.

7 comentarios:

EL MERLOS dijo...

Jejeje. ¡Como extrañaba la placentera percepción de tu blog, amigo mío!

rusbin dijo...

Jajajajaja!!! Linda Merlitos! Con mencion especifica a vos y todo ;o)

ELES dijo...

Sí te creo que no habias dejado de escribir.
Saludos

rusbin dijo...

Eles, gracias por pasar!

Anónimo dijo...

La parte de los vientos nos sirve a todos.

Y como tarea le recomiendo una obra de shakespeare donde (parafraseo): todos tenemos un deseo oculto de tener un disfraz y con él ser quien no podemos ser en la vida real.

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE


RUSBIN

ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.

José
Ramón...

rusbin dijo...

Saludos Jose Ramon. Un abrazo desde Costa Rica