lunes, 19 de mayo de 2008

De las coincidencias.

Una coincidencia es la acción y efecto de coincidir. Coincidir viene de co- y del latín incidere, que es caer en, acaecer. El coincidir es dicho de una cosa, convenir con otra, ser conforme con ella. Dicho de dos o más cosas es el ocurrir a un mismo tiempo, convenir en el modo, ocasión u otras circunstancias. En su tercera acepción, dicho de una cosa, ajustarse con otra, confundirse con ella, ya por superposición, ya por otro medio cualquiera. Continua con una penúltima y cuarta opción, dicho de dos o más personas, concurrir simultáneamente en un mismo lugar, y por último, dicho también de dos o más personas, estar de acuerdo en una idea, opinión o parecer sobre algo.

Esto de las coincidencias me ha llamado la atención últimamente por dos cosas. Hace algunos días, bastantes ya, me prestaron un disco de Sabina con Serrat, no el último que sacaron, uno anterior. Un homenaje a un tal Sense Bardagí. La primera canción del disco se llama “Lo peor del amor”. Hace pocas semanas me compre un libro de poemas de Sabina que se llama “Volando de catorce”. Un poema de los tantos que contiene se llama “Puntos suspensivos”.

Acaso por el nombre, y no por el contenido, le puse más atención. Se los incluyo para que se ubiquen mejor:
“Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástoles ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos.”

En diciembre, hacia finales de mes, en algún momento escribí de los puntos. La última parte de lo que escribí decía así:
“Tenemos los dos puntos, que a veces anteceden un punto de vista; tenemos el punto y coma, que nos pausa un poco más que una coma pero no tanto como un punto a secas. Tenemos el punto y seguido cuando le damos continuación a algo; el punto y aparte cuando se llega a un fin y los puntos suspensivos, cuando no sabemos qué pasará...”

Retomo a Sabina: “…cuando al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos”. ¿No es esa una muy elegante manera de hablar de los puntos?

¿Coincidencia que hablemos de los puntos? Atención: NO me estoy comparando jamás con el Maestro de Úbeda. Solo me pareció una bella coincidencia.

La otra cosa que me hace pensar de las coincidencias. En la misma mesa, bajo la misma luz pero con compañías diferentes. El elemento en común, un servidor. El sentimiento, no el mismo, pero sí parecido. Las ganas de ir más allá, las mismas. (¡De que hay ganas, siempre las habrá!)

El sentimiento no era el mismo pero sí parecido. ¿Qué es ese sentimiento? No lo sé. Si sé que la coincidencia no solamente lo fue física. La conexión existió. El más allá no se dio. No se persiguió, no se forzó. Se disfrutó. Se le dará tiempo. Se esperará a ver cómo se desarrollan los eventos.

Una tercera coincidencia, solo así como de feria. Resulta que la famosa Venada estudia derecho, lo mismo que un servidor. A ambos nos falta la tesis, por lo que estamos en tratativas para hacerla juntos. No solo en eso coincidimos, tenemos al Gabo, y ahora resulta que también coincidimos en el Merlos también. ¿Y acaso no coincidimos todos en este espacio cibernético también?

Y ya que hubo una tercera, ¿por qué no una cuarta? Coincido con esta opinión que Pezito tuvo la gentileza de mandarme por correo electrónico algunos días atrás:
“La más notable Creación del Hombre, es el Mundo de los Libros, ninguna otra de su obras perdura; los monumentos caen, las Naciones se acaban, las civilizaciones envejecen y mueren y, tras una era de oscuridad, surgen nuevas razas; pero en el Mundo de los Libros hay obras han sido testigos una y otra vez de estos acontecimientos y siguen viviendo, jóvenes y frescas como el día en que fueron escritas, contando al corazón humano hazañas de otros corazones muertos ha siglos...” Clarence Day, Periodista, The New York Times.

Como lo dice Savater: “… una divinidad irónica o aburrida regalará a cada espíritu su juguete eterno y se desentenderá de él para siempre con alivio”.

La divinidad de hoy, no es aburrida, es irónica. El juguete de este espíritu; las coincidencias, al menos el día de hoy. Eternas, no lo sé, ciertamente espero que así lo sean. En cuanto al desentendimiento, no lo creo, la divinidad de hoy aparte de irónica, también lo es voyeur.

5 comentarios:

Ale dijo...

Hay coincidencias sumamente agradables, como las que nos acabás de contar. Con lo de Sabina, qué dicha que aclaraste, porque casi te digo IGUALADO, jejeje.
Con la Venadita, Gabo y vos me pasó lo mismo, de hecho ella y vos fueron los que me impulsaron a inmiscuirme en el mundo bloggero :o).
Me gustó mucho Rubén, a ver cuándo coincidimos para hablar paja, como dijiste vos.¡Saludos!

Vivi dijo...

diay sí de coincidencias han estado llenos estos días.... famosa ve-nada, tuerta que le encanta coincidir y reincidir ;)
gracias por la mención ;P
Ese poema de Sabina, ya lo conocía y siempre me ha encantado y PUNTO FINAL.

Pri dijo...

Hoy es un día sin coincidencias, lindo post rubencito, nada más que decir ;0)

CRLegal dijo...

Por las coincidencias, las mesas y las ganas! Brindemos! Qué rico en esta vida tener algunos cómplices recurrentes... Salud!

ELES dijo...

Si ese poema de Sabina lo había escuchado en youtube. Pero que coincidencias!!.
Se ve que le gusta la tertulia, el hablar, y por supuesto el escribir entretenido, sustancioso y claro.

y los puntos suspensivos, cuando no sabemos qué pasará...”
Termino con “:”
Saludos