miércoles, 22 de junio de 2011

Inventario.

Más de cien cuadros colgando. Otros tantos sin enmarcar. Más de mil libros en los anaqueles. Esculturas, de metal y de papel. Cortinas. Ropa doblada. Ropa colgando. Discos compactos. Algún DVD. Polvo. Conchas. Corchos. Un metate. Colonias. Cremas. Botellas llenas, a medio llenar y vacías. Monedas. Ceniceros. Tarjetas de presentación. Audífonos. Una lámpara. Un sillón de lectura. Un otomano que no está. Una cama con su respectivo colchón. Una mesa de noche. Algunos relojes que no “reloks”. Un paquete de chicle empezado. Un paquete de condones sin terminar. Máscaras en miniatura. Un baúl. Billetes. Un escritorio “improvisado” en una antigua máquina de coser oxidada con sobre de vidrio. Una plancha antigua. Botes de pintura sin pintura. Cerámica, algunos cuadros de cerámica. Un cortaúñas. Unos clavos. Recuerdos de viajes. Miniaturas de lugares visitados. Un sombrero de bombín, raído. Zapatos. Sandalias. Más polvo. Una mochila. Recuerdos. Soledad. Ausencia. Dolor. Agonía. Pereza. Cansancio. Calor. Frío. Amor. Odio. Resentimiento. Perdón. Deseo. Un lapicero. Varios lápices. Papel. Una computadora que absorbe, reemplaza, sustituye, asusta, ridiculiza a un lapicero, a varios lápices y al papel. Una servilleta usada. Un envoltorio de uno de los chicles del paquete mencionado arriba. Otro recuerdo. Un paraguas para una lluvia que no viene. Una bala para un ladrón que nunca entró. Un candado para una ventana que nunca abre. Un sobre para una carta que no se envió. Una Biblia que no se lee. Un Corán que se leyó. Un teléfono que nunca suena. Una puerta que abre y cierra, unas gradas, un techo y tres bombillos. Una voz que no se oyó. Un radio. Dos parlantes. Un tornamesa. Acetatos. ¿Música? Más soledad. Hay muchas cosas. Una sonrisa. Una lágrima que no salió. Otro recuerdo. Un ladrido en la lejanía. Ahora ya son dos. Una ambulancia, suena a lo lejos, pero no viene por este corazón. ¿Habrá arrepentimiento? ¿Habrá redención?

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