miércoles, 24 de noviembre de 2010

De la falta de conectividad.

Hoy he estado teniendo muchos problemas de conectividad. El internet me va y me viene. Sigo en Barranquilla, Colombia; pero ya no estoy en el hotel, estoy en un apartotel. Es un poco más grande que la habitación que solía tener pero es un poco menos glamoroso, si se quiere. En el hotel tenía un plasma de cuarenta y dos pulgadas, tenía piscina, estaba en el piso veinticuatro con una vista espectacular. Ahora estoy en un lugar más tranquilo. No hay piscina, no tiene veintiséis pisos, etc.

La falta de ciertas cosas se compensa con el trato más personalizado y con el hecho de poder vivir en un apartamento, en donde por dicha se incluye la limpieza del mismo y el desayuno.

Dentro de las concesiones que se dan, es el ancho de banda, y también la conectividad. En el hotel en cualquier parte me podía conectar y la /interné/ era siempre rápida. Acá no siempre me puedo conectar y cuando estoy conectado, no siempre tengo la misma velocidad, va y viene.

Quería escribir de algo diferente, pero creo que en realidad la conectividad se ajusta a lo que estoy pensando. Tenía muchos días de no escribir una entrada propiamente en el blog. Antes lo que hacía era que tomaba una palabra, buscaba el significado de la misma, y luego la explicaba, o la enredaba al estilo Vargas. Hoy me será una mezcla de bitácora de Barranquilla con el juego de palabras de antes. ¡Se aceptan peticiones! Solamente se tienen que fijar que la palabra no haya sido ya crucificada por un servidor. Habiendo dicho todo eso, comienzo.

Conectividad. A mí me encanta el diccionario de la Real Academia Española… Esta es la definición que ponen: En diversas especialidades, capacidad de conectarse o hacer conexiones. ¿Por qué me encanta? Pues porque tiene definiciones como esas. Lo refieren a uno a otras palabras que si son desconocidas, pues ahí se queda uno tirando tablas. Voy y busco “conectar” y me dice que viene del inglés “to connect”. En la primera acepción me pone que es unir, enlazar, establecer relación, poner en comunicación. ¡Ajá! Comunicación… Entonces yo me comunico y cuando me comunico me conecto. En su segundo acepción dice que es el enlazar entre sí aparatos o sistemas, de forma que entre ellos pueda fluir algo material o inmaterial, como agua, energía, señales, etc.

Entonces yo leo eso y digo: ¡Qué lindo que fluyan las cosas materiales o inmateriales en una relación! ¿Qué tipo de relación? Pues en cualquiera. En una relación de amistad. Que fluya el whisky (material) mientras fluye la conversación (inmaterial – sí, algún impertinente va a defender la materialidad de las palabras y se va a escudar en que su existencia es una cuestión meramente efímera, pues al decirla, se muere, pero yo haré caso omiso y seguré). En una relación que va más allá de la amistad. Que fluyan los besos y con ellos los sentimientos… Pues acá la materialidad de los sentimientos es un poco más palpable, a mayor cantidad de besos y dependiendo de qué tan cerca estemos, se los juro que algo va a sentir, entonces digamos que esos son “sentimientos” localizados unas dos cuartas más abajo del corazón y hacia el centro. Incluso en una relación laboral… de esta podría dar varios ejemplos, pero dado que del licor pasamos a los besos, lo que sigue es un poco inapropiado para un ambiente laboral y podría mal interpretarse como acoso.

Sigo con la definición de conectividad y esta vez busco el significado de conexión. Esta palabra no viene del inglés como la anterior, viene del latín (como casi toda palabra que se respete) y significa, en su primera acepción, enlace, atadura, trabazón, concatenación de una cosa con otra. A mí eso me suena más a matrimonio que a comunicación, especialmente la parte de “trabazón” y si busco “trabazón” me sale que es una juntura o enlace de dos o más cosas que se unen entre sí… ya no tanto matrimonio sino a una relación entre mancebos, y resulta que el amancebamiento es el trato sexual habitual entre hombre y mujer no casados entre sí y viene de “amancebarse”, que según define el diccionario, es unirse en amancebamiento, y ¿quiénes componen el amancebamiento? Pues diay, el mancebo y la manceba, y ¿qué es un mancebo? Es un mozo de pocos años; en algunos oficios y artes, el que trabaja por un salario, especialmente el auxiliar práctico, sin título facultativo, de los farmacéuticos; el empleado de un establecimiento mercantil, que no tenía categoría de factor o bien un hombre soltero. ¿Y de donde viene el mancebo? Pues del latín vulgar mancĭpus, esclavo, con el acento de mancipĭum.

¿Qué aprendimos? Uno es un mozo de pocos años, se comunica, se relaciona, se concatena, se traba, se ata, fluidos van, fluidos vienen y ¡zaz! Uno termina como esclavo.

Pero bueno, ya hablamos de la comunicación, de la esclavitud, de la bella institución del amancebamiento (que bonito que la iglesia a como da cursos pre matrimoniales diera cursos pre amancebamiento, así solo como por el fogueo), etc. Eso no es de lo que quería hablar, pero como siempre, cosillas más cosillas menos, la retorcida mente de quien suscribe lo lleva a hablar de cosas que no vienen al caso.

Les hablaba de la conectividad y de la falta de conectividad que tengo en este momento. Esa conectividad viene por dos lados. Primero la señal de internet que está como pacito tun tun de un lado para otro. La segunda, por un correo que esperaba que llegara y no ha llegado. ¿A ustedes no les pasa que cuando esperan un correo revisan a cada rato a ver si les llegó? Es como esa llamada después de una entrevista de trabajo; como la entrega los resultados de un examen por orden alfabético cuando se es Vargas; como el resultado de una prueba de embarazo de un potencial nasciturus no deseado; o el de una alcoholemia un viernes por la noche… Los segundos simplemente son eternos…

Bueno, hablando de conectividad y de segundos eternos… ahora que reboto de San José a Barranquilla y viceversa… ¿Qué me dicen de los segundos en una conexión en el aeropuerto? ¿Y es que acaso no es normal que si tenemos tiempo de sobra esos segundos se hacen eternos y si no tenemos tiempo se nos hacen nada? Hablando con don Roberto Villalobos, el Maestro de Maestros sobre el tiempo, el me hablaba de la diferencia del tiempo y del transcurrir del tiempo como acercamiento para distinguir entre la unidad utilizada para medirlo y la sensación personal de vivirlo. El transcurrir es como corre el tiempo, como pasa. Y es que un segundo será siempre un segundo, pero hay segundos que transcurren como cronometrados en una carrea de F1 y otros que transcurren como si el cronometro lo hubiera hecho Dalí mismo.

Ven, ya lo hice otra vez. Por eso no escribo. Me pierdo, se mete una cosa con otra y con otra y así voy invirtiendo segundos esperando aterrizar y me alejo cada vez más de mi objetivo. ¿Cuál era el objetivo? Pues la conectividad y la falta de conectividad que estoy experimentando. Es un reclamo formal, el más formal de todos los reclamos, a la falta de conectividad. Oda a la falta de conectividad. Arrrrg! Veo la esquina inferior de la pantalla y solo tengo dos rayitas. Dos. Hay tres rayitas en gris que no están siendo utilizadas, y que yo necesito utilizar. Rayitas…

Esta es la parte en la que deja de ser berreo para ser parte de bitácora (el berreo ante la falta de conectividad). Todos los días trato de aprender algo de costeño. Antier un taxista me enseñó la expresión “mama burras”. Se dice que el costeño en la soledad y en la desesperación de la adolescencia se inicia en los artes amatorios (en este caso mas mamatorios que amatorios) con burras. A las burras las cuidan, las chinean, si la burrita esta guapa le dicen piropos y demás. Un mama burras es como decir “guevon”, “mae”. A mí se me enredó un poco, y cuando llegué donde Sebas, el “parse” (amigo) de acá le dije: ¿Qué me dice mama yeguas? Jajajajaja! Le conté lo que me habían dicho y me dijo: ¡Pues mirá, seguro a vos te vieron un poco más alto y decidieron que mejor mamabas una yegua! Jajajajaja!

En fin, esa fue una. La siguiente:

La otra esta con las rayas y las barras. Lo tenía confundido. Si yo le digo a un taxista: “Lléveme por seis barritas.” Eso significa que quiero que me lleve por seis pesos. Si yo le digo a un taxista: “Espéreme por seis rayitas.” Eso significa que quiero que me ESPERE por seis minutos. De manera tal que las barras son miles de pesos y las rayas minutos. El CD que compré hace unos días me costó tres barritas, no tres rayitas.

Para los que se preguntan sobre el estado de los arroyos, pues les informo que dichosamente en Barranquilla no está lloviendo tanto como en el resto del país. El Magdalena sigue crecido, pero es solamente producto de que se alimenta de otras partes, pero eso no ha impactado en nada el diario vivir de la hermosa costa.

De momento eso es todo desde la bella Barranquilla. Les mando un abrazote y espero que estén en toas!


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Rubén Vargas A.
"Cogito ergo sum" - Descartes

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